La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA) denegó a principios de 2022 una solicitud de ensayos con humanos de Neuralink, la empresa de interfaz cerebro-ordenador de Elon Musk, alegando docenas de problemas relacionados con el dispositivo de la empresa que los empleados todavía están trabajando para resolver, según un informe de Reuters. El informe se basa en entrevistas con siete empleados actuales y antiguos de Neuralink.
Más de un año después, el Neuralink de Musk sigue a 6 meses de los ensayos con humanos
La revelación del rechazo de la FDA coincide con los escasos informes públicos de progreso de la empresa, que sitúan a Neuralink por detrás de sus rivales, así como con los ambiciosos plazos de Musk. Musk, cofundador de Neuralink en 2016, dijo en 2019 que la compañía tenía como objetivo comenzar los ensayos en humanos a finales de 2020 y tenía grandes objetivos de curar las lesiones de la médula espinal y la demencia. En una presentación de noviembre de 2022, que mostró poco progreso tecnológico, Musk dijo que la compañía todavía estaba a unos seis meses de los ensayos en humanos.
Según un documento de la empresa del pasado otoño, Neuralink esperaba obtener la autorización de la FDA para los ensayos el 7 de marzo, es decir, la semana que viene. Pero los empleados que hablaron con Reuters dijeron que no confían en obtenerla, y uno de ellos lo calificó de «apuesta».
Al parecer, el rechazo de la FDA del año pasado enumeraba docenas de «deficiencias» que Neuralink debe subsanar antes de que su dispositivo pueda pasar a los cerebros humanos. Los empleados que leyeron el documento de la FDA y hablaron con Reuters consideraron que algunos problemas eran relativamente menores. Pero otras eran significativas. A la FDA le preocupaba especialmente la seguridad de las baterías de litio recargables que Neuralink proponía para su dispositivo. El organismo regulador dijo que la empresa debía realizar pruebas con animales para demostrar que era muy improbable que la batería funcionara mal, lo que podría dañar el tejido cerebral.
Otra preocupación grave de la FDA era que los diminutos cables del implante -más finos que un cabello humano- pudieran migrar al cerebro y provocar inflamaciones, romper vasos sanguíneos y afectar a la función cerebral. A la FDA también le preocupaba el sobrecalentamiento del dispositivo y se preguntaba si podría extraerse del cerebro sin causar daños.
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