La ciencia pone a prueba ChatGPT, la aplicación de inteligencia artificial (IA) capaz de conversar con humanos que salió al mercado a finales de 2022 y cuyo desarrollo ya es claramente imparable.
Además, sigue habiendo muchos errores, como señala un análisis realizado por la revista Nature en su página web. El riesgo, dice, es que estos programas corren el riesgo de alterar las reglas básicas de la ciencia si se les dejara solos para diseñar experimentos o decidir si un artículo científico merece ser publicado o no. Sin embargo, la conclusión no es pesimista: el potencial de la inteligencia artificial es realmente grande y lo importante es establecer ahora normas para poder aprovecharlo al máximo.
Algunos investigadores utilizan ChatGPT o programas similares, llamados chatbots, para redactar ensayos y discursos, resumir los artículos que leen o tomar notas sobre sus experimentos. Esto significa que los chatbots reciben cada día datos e información que les permiten aprender.
Es decir, señala Nature, que «pronto esta tecnología evolucionará hasta el punto de poder diseñar experimentos, escribir y completar manuscritos, realizar revisiones por pares y apoyar las decisiones editoriales de aceptar o rechazar manuscritos». Para ello se necesitan normas, y hay al menos cinco para empezar, según la revista.
La primera es que los resultados producidos por un chatbot sean sometidos a verificación humana; la segunda, que estos programas se utilicen de forma responsable, transparente y honesta; la transparencia también es imprescindible en la propiedad de los chatbots; la cuarta regla es que se aprovechen al máximo todas las ventajas que puede ofrecer la IA; y, por último, que el debate sobre esta cuestión se extienda al máximo para que aumente la concienciación de la sociedad.
Fuente: Web. Editado por CambioDigital OnLine
