El diseño del Compact Disc en su configuración definitiva se remonta a 1979 y se debe a una joint venture de la compañía holandesa Philips con la japonesa Sony, que llevaban unos años experimentando con el formato.
El primer álbum pop editado en este soporte y para el reproductor de CD, pero sólo para el mercado japonés, fue 52nd Street, de Billy Joel, en 1982. Pero el «big bang» de este formato de audio se debió a Cbs Record, que imprimió 16 títulos juntos para el mercado mundial el 2 de marzo de 1983, desencadenando así una revolución del audio.
Los discos compactos vivieron su época más floreciente con el cambio de milenio, como soporte físico ideal no sólo para escuchar música en casa o de viaje, sino también para almacenar datos, instalar software o jugar a videojuegos. El acuerdo entre las empresas japonesa y holandesa había permitido definir la norma del disco compacto, que incluía discos de 12 centímetros y 16 bits de resolución. En 1990, todo el sector del CD superó las 33 rpm. En 2007, cuando el MP3 ya era una realidad desde hacía varios años, se habían vendido 200.000 millones de discos compactos en todo el mundo.
Y son el mp3, las plataformas de intercambio de archivos como Napster y más tarde el streaming y los formatos líquidos los que determinan el declive del disco compacto. Y el uso de CD en informática también se desplomó debido a la llegada primero de las memorias USB, más espaciosas y menos engorrosas, y después de sistemas como wetransfer, que permiten la transferencia en línea de datos, vídeos y fotos rápidamente. En Italia, en 2019, el CD salió de la cesta del Istat.
En marzo del año pasado, sin embargo, en los Estados Unidos, según los datos publicados por la Recording Industry Association of America, las ventas de CD registraron un pequeño aumento después de casi dos décadas de declive inexorable.
Fuente: Web. Editado por CambioDigital OnLine
