Un nuevo estudio de la Universidad de Hong Kong, publicado en la revista Plos One, revela que el «binge gaming» (juego prolongado y compulsivo) afecta a casi uno de cada tres jóvenes, con una edad promedio de 12 años. Los resultados indican que el exceso de videojuegos perjudica la salud mental y el rendimiento académico de los estudiantes.
El juego en línea se ha convertido en una parte central de la cultura juvenil, tanto que el trastorno de juego en línea (IGD, por sus siglas en inglés) está reconocido en el manual de diagnóstico psiquiátrico DSM-5. Estudios anteriores ya habían demostrado que el juego prolongado está asociado con síntomas de depresión, ansiedad y trastornos del sueño.
Para esta investigación, los científicos encuestaron a 2.592 estudiantes de primaria y secundaria (1.404 niños y 1.188 niñas), con una edad promedio de 12 años, de cinco escuelas primarias y cuatro secundarias en Hong Kong. Los estudiantes respondieron a un cuestionario en clase en el que se les preguntaba si habían pasado cinco o más horas consecutivas jugando en Internet durante el último mes.
Los hallazgos mostraron que el 31.7% de los participantes (casi 1 de cada 3) se identificó como jugador compulsivo. La prevalencia fue mayor en los niños (38.3%) que en las niñas (24%).
Impacto en la salud mental y el rendimiento académico
Tanto en niños como en niñas, se observaron niveles leves de depresión, ansiedad y estrés.
En las niñas, las jugadoras compulsivas mostraron niveles más altos de depresión, ansiedad, estrés y soledad, además de una menor autoeficacia educativa, peor calidad del sueño y menor apoyo social en comparación con quienes no jugaban de manera compulsiva.
En comparación con los jugadores no compulsivos, los no jugadores mostraron niveles más bajos de depresión, ansiedad, estrés y soledad, y una mayor autoeficacia académica.
Según los autores, estos resultados sugieren que el juego compulsivo puede ser un indicador de comportamiento y un factor de riesgo para la soledad, los problemas académicos y de salud en los jóvenes. Este estudio pone de manifiesto la importancia de monitorear los hábitos de juego para proteger el bienestar de los estudiantes.
Fuente: Web. Editado por CDOL