Un grupo de psicólogos de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Misuri, liderado por Daniel Shank, ha emitido una advertencia sobre los posibles riesgos derivados de la creciente tendencia a desarrollar relaciones emocionales con sistemas de inteligencia artificial (IA).
El artículo publicado en la revista Trends in Cognitive Sciences señala que, a medida que las IA perfeccionan su capacidad para imitar la conversación humana, se están observando casos de individuos que establecen vínculos afectivos con estas tecnologías, llegando incluso a depositar en ellas una confianza ciega, enamorarse o seguir sus consejos, en ocasiones con consecuencias trágicas.
Los investigadores han constatado que la sofisticación del diálogo de las IA está propiciando la formación de auténticas relaciones sentimentales entre personas y máquinas, con resultados que en algunos casos han sido desoladores, como se desprende de dos recientes incidentes de suicidio presuntamente inducidos por estas interacciones.
«La habilidad de la IA para actuar de manera similar a un ser humano y mantener comunicaciones prolongadas abre un panorama ciertamente complejo», advierte Shank. «Si las personas desarrollan relaciones afectivas con máquinas, resulta indispensable la participación de psicólogos y científicos sociales».
Los expertos señalan que, con el tiempo, las IA pueden convertirse paulatinamente en compañeros de confianza que aparentan conocer y preocuparse por sus interlocutores humanos. Dada la relativa facilidad con la que estos vínculos pueden establecerse en comparación con las relaciones interpersonales, existe el riesgo de que las IA interfieran en las dinámicas sociales. «Una inquietud real es que las personas trasladen las expectativas generadas por sus interacciones con la IA a sus relaciones humanas», añade Shank.
Si bien hasta el momento estos fenómenos se han manifestado en casos puntuales, los autores de la investigación enfatizan la incertidumbre sobre la posible extensión de esta tendencia. Considerar que un sistema de IA pueda tener genuinamente en cuenta los intereses y el bienestar humano es, a juicio de los investigadores, un error fundamental.
«En realidad, la IA podría inventar información o proporcionar consejos perjudiciales», subraya Shank. Los casos de suicidio representan un extremo de esta influencia negativa, pero los psicólogos alertan también sobre la vulnerabilidad a la manipulación, la explotación y el fraude a la que podrían exponerse las personas inmersas en estas estrechas relaciones con la IA.
En este contexto, se considera crucial una mayor comprensión de estas dinámicas relacionales, lo que exige que los profesionales de la psicología se mantengan actualizados con los avances tecnológicos para poder ofrecer ayuda e intervenir, evitando que se sigan consejos dañinos provenientes de la inteligencia artificial.
Fuente: Universidad de Ciencia y Tecnología de Misuri