La soledad afecta a un alarmante 16% de la población mundial, generando un impacto considerable en la salud física y mental, y contribuyendo a la muerte de aproximadamente 871.000 personas anualmente, lo que equivale a unas 100 muertes por hora. Así lo detalla el informe «De la salud a las conexiones sociales» de la Comisión Social de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que subraya cómo «los lazos sociales sólidos aumentan la expectativa de vida».
Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, señaló: «Vivimos en una época de conexiones infinitas, pero cada vez más personas se sienten aisladas, y esto genera costos enormes en sanidad, educación y empleo». Este fenómeno no discrimina edades, pero incide particularmente en jóvenes y en habitantes de países de bajos ingresos. Entre los adolescentes (13-29 años), entre el 17% y el 21% reporta sentirse solo. En naciones de bajos ingresos, la tasa de soledad asciende al 24%, más del doble que en los países más ricos.
Si bien grupos como personas mayores, migrantes, individuos con discapacidad y la comunidad LGBTQ+ son especialmente vulnerables, y factores como la mala salud, bajos ingresos o educación deficiente contribuyen a la soledad, el informe de la OMS pone un énfasis particular en el papel de la tecnología. Chido Mpemba, copresidente de la Comisión, advierte que la tecnología, «si se gestiona mal, puede debilitar las relaciones humanas, en lugar de fortalecerlas». Este señalamiento resalta la paradoja de la hiperconectividad: mientras las herramientas digitales prometen unir a las personas, su uso inadecuado puede generar un mayor aislamiento.
Las consecuencias de la soledad son profundas. Aumenta el riesgo de accidentes cerebrovasculares y enfermedades cardíacas en un 30%, el riesgo de deterioro cognitivo en un 50%, y el de muerte prematura en un 25%. A nivel mental, duplica el riesgo de depresión y agudiza la ansiedad y los pensamientos suicidas. Además, compromete el aprendizaje y la empleabilidad: los jóvenes que sufren soledad tienen un 22% más de probabilidades de tener un bajo rendimiento académico, y los adultos pueden enfrentar dificultades para encontrar empleo.
El impacto de la soledad también se extiende a las comunidades, minando la cohesión social y generando pérdidas multimillonarias en productividad y gastos sanitarios. Por ello, el informe de la OMS recomienda que la «conexión social sea integrada en las políticas de salud, educación, trabajo y acceso digital».
Fuente: OMS






































