Democracia, Nuevas Tecnologías Inteligentes y Campañas Electorales que actúan “intensa mente”

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En 2018 una empresa privada británica llamada “Cambridge Analytica” acaparó noticias y alarmó a mucha gente en el mundo, por su fuerte impacto en procesos de elecciones nacionales. Sin interactuar directamente con los sistemas de votación y su naturaleza técnica, se opinó que la empresa influenció incorrectamente sobre el resultado final. Una aproximación para lo cual los sistemas electorales de cada ocasión, no parecían estar preparados.

Más aún, puede que usted escuche la versión oficial de ese escándalo, como un asunto de que violentaron la privacidad de datos de mucha gente o que atentaron contra la política de datos corporativa de la entonces compañía llamada “Facebook®” y ello es cierto, pero el trasfondo significativo es que alguna gente sintió que usando alta tecnología (“big data”, “data mining”, “digital marketing”), la organización privada estaba rompiendo barreras en materia de comunicación estratégica y logrando notable influencia sobre las masas. Una aproximación novedosa y rápida, que se apoyaba en el avance acelerado de la tecnología informática; algo que la mayoría de los estados aún no regulaban jurídicamente. Por ello, para ese instante esas acciones obedecieron a intereses financieros, oportunidades de negocios, relaciones comerciales y a la difusa área de la ética empresarial.

El problema terminó por derrumbar a Cambridge Analytica, mientras que Mark Zuckerberg pasó apuros testificando ante una comisión del Congreso de EEUU y prometió reiteradamente, que sus empresas involucradas, enmendarían acciones para proteger la información que sus usuarios le confiaban y también adoptarían otro enfoque en esa materia.

Ahora bien, el terreno que se pisó fue arenas movedizas y aunque no era la primera vez que este tipo de problemas se planteaba con otras tecnologías de comunicación, como mucho antes fueron los libros, las novelas gráficas, la radio, el cine y la televisión, en esta ocasión llamó poderosamente la atención que el accionar fue tan sutil, tan psicológicamente elaborado y tan dirigido subrepticiamente a individualidades, que se percibió que la autonomía de cada ser podía ser doblegada.

¿Hasta dónde es válido influir sobre un sujeto adulto, para persuadirlo de votar hacia un lado de una elección que le compete? Esa delicada frontera es la que separa a la moderna publicidad de la publicidad subliminal. La incapacidad del ser que es afectado, para advertir que está siendo “influenciado” por un agente externo, hasta llegar a un punto donde incluso se le puede “manipular”. Ahora bien, si alguien tiene la competencia para actuar de ese modo sobre las masas, entonces se abre una puerta a potenciales peligros sociales. Que alguien o algunos puedan aspirar a algo así, no es una suposición descabellada, ni tiene un origen en fantasías de conspiraciones por doquier. La propensión de influir sobre otro humano y lograr que éste haga lo que deseamos, es algo humano y tan antiguo como nuestra propia existencia. Lo que no acepta la mayoría es la coacción, el engaño y la trampa oculta como medios para lograr el fin. Usted puede argumentar y hasta estimular o incitar a otro ser, pero si lo hace aprovechando alguna debilidad de su interlocutor, en general eso se considera injusto.

La materia es difícil de tratar, ya que si en un escenario antiguo un hermano hambriento, desesperado y exhausto llega a su puerta y usted le ofrece un plato de lentejas a cambio de algo de valor; como puede ser el derecho de él a poseer la primogenitura , eso pudiera interpretarse como un ventajismo indebido suyo o también como una oportunidad bien aprovechada por usted. Depende de cuál lado de la historia se decida apoyar, se encontrarán razones para opinar sobre la moralidad y conveniencia de la acción. Ahora bien, si resulta que su hermano accede a comerse las lentejas pero desconoce que usted, previamente le hizo firmar un acuerdo legal que declara la entrega de la primogenitura y no estaba consciente de ello cuando decidió comer, entonces la mayoría se decantará por el juicio de que ese accionar no es correcto, ni válido y puede que hasta pidan castigo para usted. Entramos en el terreno de lo legal y demostrar su mala intención puede ser una labor compleja, ya que a menudo su defensa podría orientarse a la versión de que usted actuó sin maldad alguna y no recordaba el contrato firmado. Que todo fue casual y desafortunado para su hermano.

Pero, retomando la esfera tecnológica, la posibilidad actual de este tipo de argucias técnicas, que lucen como inocentes consultas pero progresiva y sutilmente, sin que los afectados lo reconozcan a tiempo, sirvan para lograr dirigir políticamente el pensamiento de algunos ciudadanos, es lo que verdaderamente asusta. Y con Cambrige Analytica se vislumbró que eso ya estaba ocurriendo. Además, aplicar técnicas como las de esa desaparecida empresa, tienen alto costo y no pueden ser ejecutadas por cualquiera, ni a la ligera. Negociar la información de Bases de Datos especializadas, que se construyen con datos de millones de usuarios por varios años y alimentan a todo el proceso, es un asunto de millones de dólares. Ello conduce a pensar que quienes estaban apelando a tales maquinaciones, son grupos de alto poder económico y posiblemente también político.

Por otro lado, somos seres con valores, creencias, prejuicios, gustos, preferencias y emociones. A menudo todo eso lo exponemos, voluntaria y felizmente en las Redes Sociales, sin pensar que eso pueda ser usado en nuestra contra.

Especialistas nos puede conocer de ese modo estudiando patrones de comportamiento, respuestas a pruebas planificadas, con la revisión de nuestro historial de actividades, descubriendo temores y aspiraciones, frustraciones, inclinaciones y otros elementos más. Algo que a través de métodos especializados, entidades cibernéticas pueden aprender a ejecutar. El propósito final, es, en corto tiempo, aplicar ese esfuerzo sobre una enormidad de individuos para categorizarlos y descubrir aquellos indecisos o susceptibles de modificar su voto. Se intenta tener acceso a orientar el pensamiento-acción de una masa proclive a variar, en un modo ligeramente parecido al diseño de un tablero de control mental que manipulan las emociones, en la divertida película titulada “Intensa mente (Inside out)”.

Para ello, se cuenta con Aplicaciones que instalamos en nuestros dispositivos electrónicos que frecuentemente demandan acceso a nuestras fotos y contactos. Apoyos tecnológicos que nos ayudan a ubicarnos geográficamente, pero también acceden a nuestro historial de recorridos y cruzando fuentes, hasta pueden revelar con quienes nos encontramos. Mecanismos que recopilan algunas de nuestras simpatías que expresamos con un simple “like”, un pulgar arriba o pulgar abajo, un “reenvío” de un chiste gráfico, o una visita a un Sitio Web, pero que pueden estudiar si escribimos comentarios y hasta preguntarnos, simulando ser un humano, para aclarar nuestras posturas.

En caso de que usted vea television o acceda a sus “series de flujo (streaming)” desde su teléfono, eso también puede ser registrado y posteriormente “vendido” a quien lo requiera, para entablar comunicación y cercanía con usted. No creería lo eficaz que eso puede ser para establecer contacto con usted, ya que los filmes nos tocan emocionalmente. En otras ocasiones, los sistemas exploran nuestras peticiones de compras o membresías en la red, analizan nuestras opiniones en foros digitales, estudian nuestra línea de seguidores o a quienes seguimos, las estrellas de cine, los “influencers” que miramos o la música que preferimos. Nos delata también saber donde leemos nuestras noticias y en otras oportunidades, nos ponen a decidir entre varias opciones preparadas deliberadamente, algunas deportivas y otras sobre temas complejos como el uso de los impuestos. Todo ello para finalmente terminar elaborando un perfil psicológico y político de nuestra individualidad. Si a eso usted le suma que estudiando sus ingresos, transacciones financieras y cargo laboral, se puede descubrir su clase social, es factible empezar a considerarle proclive a ser influenciado de una u otra forma.

Es como tener a un detective siguiéndole todo el día por varios años para buscar sus vulnerabilidades, pero algo que va en su bolsillo y usted lo usa para llamar y hacer vídeo conferencias también. Conoce su vida al detalle y hasta es cómplice de sus picardías. Entramos en el terreno de la psicología y la sociología, algo muy atractivo para el mercadeo y hasta para las agencias de inteligencias modernas. Se puede reconocer si tiene un familiar enfermo y siente que ese ser querido no está recibiendo atención médica oportuna y de calidad; entonces se le puede sugerir quién es responsable y así, empezar a “gotear” sobre su mente, ideas y declaraciones que terminen finalmente favoreciendo una opción electoral. Hasta se puede direccionar a una fuente de ayuda que más tarde, puede pedirle apoyo o simpatía con una declaración favorable, que más tarde se usará políticamente. Ahora estamos en el terreno de la argucia política. Todo eso no es tan nuevo como parece y por décadas se ha trabajado, pero la capacidad de hacerlo masivamente, en modo tan enfocado sobre la mentalidad de cada sujeto y sin que este se dé cuenta, si lo es. Esto es un quiebre tecnológico, ni la televisión pareció tan peligrosa, ya que los mensajes no podían ajustarse a cada espectador, sino a un perfil promedio.

En algunos casos, lo que veamos lo recibiremos proveniente de nuestros allegados y familiares, a lo que algunos especialistas denominan vector de propagación y que bien pueden haber sido, previamente, inducidos a comunicar algo específico como si fuera plena verdad. Por lo cual podemos bajar nuestras defensas y consumir eso como algo cierto, para así terminar decantándonos por una opción electoral más fácilmente que por otra. Adicionalmente, nuestras respuestas a los estímulos que se nos envían, también son estudiadas y ello permite a los sistemas, adaptar la siguiente “provocación” o “inducción” que recibiremos, buscando mejor efectividad; todo en tiempo real. De modo que, ahora, se pueden preparar informaciones o noticias falsas (“fake news”) específicas, engaños bien manipulados con vídeos o audios trucados (“deep fakes”), que no son nada fáciles de reconocer a simple vista y dedicarlos a seres susceptibles a su contenido. Y, ahora ,no se requiere un estudio fílmico con grandes recursos para ello.

Usted puede recibir una declaración de un líder político afirmando algo y resulta que es una falsedad que se envió a un millón de seres, pero que 3 mil de ellos no supieron reconocer que era mentira. Y eso puede ser la diferencia en una elección reñida. Tampoco, debe olvidarse, que no se trata únicamente de un lanzamiento probabilístico, ya que el millón que inicialmente recibe la información preparada, fue previamente seleccionado con base a su perfil psicológico y se dedujo que es proclive a aceptar el mensaje. En otras palabras, se afina la efectividad. Puede que no todos los objetivos sean torcidos como se persigue, pero basta escenarios polarizados y elecciones cerradas para que el esfuerzo se justifique.

¿Qué hacer ante esto? Bueno, hay que legislar sobre el uso y aplicación de ciertas tecnologías. Reforzar la ética de los profesionales en formación no estaría de más, dado que mucho de esto lo conocemos por valientes profesionales que se rebelaron ante esa orientación corporativa y denunciaron las malas prácticas. Pero también hay que educar a los ciudadanos, para que eleven sus niveles de desconfianza ante lo que le llega a sus teléfonos inteligentes o computadoras. Hacemos alusión a destrezas y habilidades cognitivas de verdad, a un verdadero autocontrol emocional y a un reconocimiento de nuestra debilidad natural a ser influenciados. Tal vez sirva de ayuda esta cita que extraimos de un escrito de Vinton G. Cerf elaborado para la Internet Society , en fecha 1998 y denominado “La verdad y la Internet”. Allí Cerf expresó con claridad predictiva:

“No existen filtros electrónicos que separen la verdad de la ficción. No hay un “chip V” cognitivo para separar el oro del plomo. Sólo tenemos una herramienta para aplicar: el pensamiento crítico. Esta verdad se aplica también a todos los demás medios de comunicación, no sólo a la Internet. Quizás la World Wide Web simplemente nos obligue a ver esto con más claridad que otros medios. La cruda yuxtaposición de contenidos valiosos y otros sin valor, nos llevarán a pensar. Esta es una oportunidad para educarnos a todos. Realmente debemos pensar en lo que vemos y lo que oímos. Debemos evaluar y seleccionar. Debemos elegir a nuestros guías. ¿Qué mejor lección que esta para enseñar a nuestros niños pequeños y que les prepare para un nuevo siglo de cambios sociales, económicos y tecnológicos?.”

Para aquellos que puedan pensar que este tipo de escenarios no tiene oportunidad en otras latitudes, podemos replicar que todo esto también se puede hacer con menor automatización. Si usted tiene acceso a los datos, puede tener equipos humanos que estudien y diseñen los mensajes. Programar las consultas y argucias tampoco requiere de sofisticadas herramientas computacionales. Así que no espere que una Inteligencia Artificial le proteja, apele a su Inteligencia Natural y entrénela adecuadamente, para ser bien crítica, racional y cuidadosa; leer a grandes pensadores es un buen inicio. Hágalo con disciplina y confianza, que muy posiblemente le sorprenderá lo acertada que su mente puede llegar a ser. Preservar su autonomía de juicio, pero viviendo en una sociedad democrática, bien vale el esfuerzo.

Autor: Miguel Torrealba S. Universidad Simón Bolívar. Departamento de Computación y Tecnología de la Información
mtorrealba@usb.ve

(1) Derechos y privilegios en antiguas tribus del medio oriente, para guiar y decidir sobre el resto del clan, con base al hecho de haber sido el primero de los hermanos.
(2) Uno de los notables creadores del TCP/IP Protocol Stack Suite y comúnmente llamado “padre de la Internet”.
(3) https://www.internetsociety.org/internet/truth-and-the-internet/
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